Me niego
No me voy a convertir en una mala persona por ti. Si soy mala, incluso, quiero serlo por mí.
No voy a dejar que todo el daño que dejé entrar salga desesperado rompiendo todo a su paso, mientras hay alguien que se esmera en recuperar los pedazos. Alguien que soporta incluso las visitas ocasionales de aquellas escenas y personajes marchitos en mí, que parece haber aceptado con hidalguía aquello que yo no he podido siquiera decir.
Alguien que recibe, cariñosamente y con paciencia, los saludos no tan amigables de mi pasado. Que no reclama, no duda, no cuestiona ni alza la voz. Solo calla y espera a que pase, a que se vaya el cruel invitado, a que vuelva a ser yo.
Me niego a seguir invitándote, aun cuando tú no deseas venir. Me niego a seguir ignorando al amor que dentro de mí golpea, tierno y transparente, como un niño inocente al que nadie escucha porque hay demasiado ruido afuera.
Me niego a seguir leyendo la misma página amarilla y borrosa que significaste en mi vida. Estoy aburrida, de cada sueño, de cada pastilla. Me niego a desear que seas lo mismo en otras vidas, porque no me quiero convertir en ti, aunque quizás lo haya sido ya algunos días.
Me niego a seguir viéndote en mi espejo, a seguir pisando tus huellas y escuchando tus ecos. Me niego a ser el ejemplo de tu inmadurez y tus errores.
Me niego a seguir culpándote por mis temores; quiero que sean míos, el aire, las piedras, los errores. Me niego a seguir dejando tu perfume en mis lágrimas porque se han puesto agrias.
Otras vidas perfumarás, o lo habrás hecho ya, y yo me niego a ser la sombra que te persiga en sueños e ironías. Me niego a verte a diario en mis pesadillas.
Quiero que seas libre, que crezcas, que ames. Quiero volver a equivocarme y a llorar otros males.
Quiero ser buena o mala por propia convicción, sin esperar atenciones, sin pretender un perdón.